Pandora: Parte 1

Ecos del conflicto: Desvelando el ciclo de violencia y codicia

En una época en la que los ecos del pasado resuenan en el presente y reverberan por los canales del tiempo durante tres mil años, tristemente parece que seguimos matando por nada, por nadie y sin motivo. La sociedad sigue actuando sólo por los instintos más básicos y las funciones mentales más primarias.

En un mundo patriarcal, el belicismo, los bombardeos, las ejecuciones, los asesinatos y otras atrocidades violentas siguen provocando algún tipo de excitación retorcida en la sociedad y están impulsados por procesos de pensamiento primitivos. Mientras tanto, los gritos vacíos de aleluya intensifican estas fuerzas negativas con los escalones del gobierno y la élite son impulsados por nada más que la codicia económica y las guerras de poder. Todavía operan con una capacidad mental y un nivel como el de aquellos que vivieron hace tres milenios.

Por desgracia, no se trata de una situación aislada ni de un incidente puntual. Estamos rodeados de estas historias dondequiera que vayamos. Las redes sociales difunden estos actos como la pólvora. Los gobernantes del mundo siguen incapacitados por pensamientos primitivos y siguen actuando sin pensar. Ni siquiera la OTAN está libre de culpa por su papel en el sometimiento de las masas.

La mayoría de los líderes mundiales parecen estar atrapados en algún tipo de ilusión colectiva en la que creen que las armas de destrucción masiva traen la paz y la iluminación. Este problema se ve atenuado por los miles de millones de cobardes de la sociedad que fomentan y alimentan las mentiras difundidas por estos gobernantes. La sociedad y la humanidad están atrapadas en un conflicto deicida que ha durado más de tres milenios. ¿Cómo puede ser el desarme planetario una posibilidad realista si toda la humanidad ha sido deformada y podrida hasta la médula por sus crímenes autodestructivos históricos? El planeta nunca ha aprendido realmente, ni siquiera ha descubierto, la punta de su iceberg espiritual, donde dos tercios de este mundo yacen bajo la superficie. Si vivimos en un mundo dirigido superficialmente, ¿cómo podríamos hacerlo?

El ciclo de fuerzas destructivas nunca parece terminar, ya que la historia ha regurgitado personajes como Hitler, Khan y Stalin, por nombrar sólo algunos, durante decenas de miles de años. La propaganda política y la religiosa tienen los mismos intereses. Urge reconocer todos los crímenes políticos. Pero insisto, ¿quién de nosotros se atreve a levantarse y gritar "¡Alto!"? Nadie, así que nosotros también somos los causantes de este caos global en el que estamos inmersos.