Inteligencia artificial y creatividad artificial

El caso del auténtico ingenio humano

"Inteligencia Artificial" (IA) se ha convertido en un término frecuente pero sin sentido. Es una mentira y un concepto muy mal entendido. Del mismo modo que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo transformarse. Nada puede surgir de la nada. La Inteligencia Artificial no puede crear nada verdaderamente original. La Inteligencia Artificial, en esencia, es la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas, especialmente sistemas informáticos.

Entre 1971 y 1972, estudié "Automatización" en Kiel, Alemania, centrándome en la programación con Fortran 4 y el análisis de datos. Sin datos, no puede iniciarse ningún proceso; del mismo modo, sin programación, el único resultado son errores. La inteligencia artificial no surge de forma independiente, sino que sirve como herramienta para manipular y reconfigurar infinitamente los datos con el fin de lograr diversos resultados según lo diseñado. Artificial, la propia palabra significa que no es natural y, por tanto, creada por humanos o algún ser. La inteligencia requiere una chispa de curiosidad. Sin esa chispa de curiosidad, no puede haber inteligencia natural.

El mito de la creatividad de la IA

Sostener que la IA es creativa es pasar por alto la mecánica fundamental de su funcionamiento. Los sistemas de IA están programados por ingenieros humanos y aprenden de conjuntos de datos creados, seleccionados y curados por humanos. Todos los resultados generados por la IA, por originales que parezcan, tienen su origen en la creatividad humana. La creatividad atribuida a la IA es, en esencia, sólo un reflejo del ingenio humano reflejado a través de sofisticados algoritmos.

Por ejemplo, consideremos la IA en las artes, como la pintura o la composición musical. Los sistemas utilizados en estos campos se basan en modelos de aprendizaje profundo que se han entrenado con innumerables obras de arte y música creadas por humanos. Cuando una IA compone una pieza musical que despierta emociones o crea una pintura que hipnotiza, no demuestra una creatividad original, sino que recombina elementos que ha aprendido de sus datos de entrenamiento de forma que se adhieren a los criterios definidos por los humanos sobre lo que es estéticamente agradable o emocionalmente conmovedor. Ya está.

La chispa indispensable de la creatividad y la curiosidad humanas en la era de la IA

En la actualidad, existe un temor real a que la IA sustituya muchos puestos de trabajo y es un tema tan debatido como la percepción de la creatividad que puede presentar la IA. Incluso ahora muchos puestos de trabajo han sido sustituidos por la IA sin que seamos conscientes de estos sutiles cambios dentro de las empresas e incluso de los mercados económicos. Mientras navegamos por las complejidades de la integración de la Inteligencia Artificial (IA) en diversas facetas de la sociedad, el discurso suele girar en torno a la eficiencia, la optimización y la funcionalidad. Sin embargo, un componente crucial que la IA no puede replicar ni sustituir es la chispa inherente de la curiosidad y la creatividad humanas. Este atributo único distingue la inteligencia humana de la artificial y subraya el valor insustituible del pensamiento humano en un mundo impulsado por la tecnología.

Comprender la curiosidad y la creatividad humanas

La creatividad humana no es simplemente la capacidad de generar algo nuevo; es el aliento de vida que se da a todo lo que creamos y encarna la capacidad de imaginar, innovar e infundir emoción y significado a nuestras creaciones. Implica conectar ideas dispares, replantear soluciones existentes y vislumbrar posibilidades que van más allá de la realidad actual. La creatividad está profundamente arraigada en las experiencias humanas, las emociones y los procesos cognitivos que la IA, a pesar de sus proezas computacionales, no puede reproducir auténticamente.

La correa digital

Crece la opinión de que tecnologías como Internet y las redes sociales no sólo sirven como plataformas de comunicación e información, sino como sofisticadas herramientas de manipulación social. Estos espacios digitales se consideran a menudo mecanismos a través de los cuales se puede vigilar a las masas, engañarlas sobre cuestiones reales y coaccionarlas sutilmente para que apoyen agendas personales y políticas. Esta creencia se deriva de una percepción de Internet como un arma de doble filo: aunque puede democratizar la información, también tiene el potencial de difundir información errónea y moldear la opinión pública bajo la apariencia de neutralidad. La IA no es más que una extensión de este concepto, ya que guía y dirige las creencias humanas y arraiga nuestros pensamientos en conceptos cada vez más fanáticos.

Manipulación psicológica a través de plataformas digitales

Los críticos sostienen que la propia infraestructura de estas plataformas está diseñada para explotar las vulnerabilidades psicológicas, captar la atención e influir en el comportamiento a través de algoritmos que dan prioridad al compromiso sobre la verdad. Esta manipulación no es meramente incidental, sino una característica fundamental de cómo se diseñan estas plataformas para sacar provecho de los datos y la atención de los usuarios. La consecuencia es una población a menudo comprometida con contenidos triviales o emocionalmente cargados, potencialmente a expensas de un compromiso más sustantivo, cívico o crítico.

Los titiriteros

Además, algunos sostienen una teoría más oscura: que los órganos de gobierno son esencialmente marionetas, cuyos hilos son movidos por élites oscuras que manejan el poder. Según esta opinión, estas fuerzas invisibles utilizan la tecnología para orquestar un entorno psicológico en el que el miedo, la incertidumbre y la división facilitan el control de la población. Al mantener a la sociedad en un estado perpetuo de miedo -desencadenando la respuesta primitiva de lucha o huida- estas élites pueden mantener el dominio. Se cree que esta manipulación se ve facilitada por el ritmo incesante y la intensidad emocional del flujo de información en las plataformas digitales, que pueden mantener a las personas en un estado de alerta y ansiedad. La IA puede utilizarse del mismo modo, y debemos ser conscientes de sus peligros.

Implicaciones éticas y filosóficas

El avance de la IA también plantea cuestiones éticas y filosóficas sobre la naturaleza de la creatividad y el papel de la acción humana. A medida que desarrollamos tecnologías de IA, es crucial entablar debates éticos continuos para garantizar que estas herramientas se utilicen de forma que respeten la dignidad humana y promuevan la diversidad cultural y creativa. La investigación filosófica sobre lo que nos hace humanos y el valor que concedemos a las expresiones creativas puede ayudar a orientar el desarrollo y la aplicación responsables de las tecnologías de IA.

El futuro de la inteligencia artificial y la curiosidad y creatividad humanas

Aunque la IA pueda simular aspectos de la creatividad humana y producir trabajos que imiten el pensamiento creativo, sus capacidades son fundamentalmente un espejo de la inteligencia y la creatividad humanas. Carece fundamentalmente de curiosidad, una cualidad inherentemente humana. La IA también puede ser una herramienta para subyugar a las masas y el control de la información es un factor clave en la sociedad actual.

El futuro de la IA sólo puede considerarse una herramienta y no un sustituto de la curiosidad y la creatividad humanas. No podemos volver a meter al genio en la botella sin tres deseos, como suele decirse. Así que, a medida que desarrollamos tecnologías de IA, debemos centrarnos en mejorar nuestras capacidades y garantizar que la IA siga siendo una herramienta totalmente regida por la creatividad humana, y en ningún caso debe ser un sustituto.